La fabricación de aceite de oliva es una opción de lucha contra la pobreza una opción para mejorar el ingreso y la calidad de vida con un mínimo de inversión ofreciendo una opción de alternativa sostenible de desarrollo.
La capacidad de cultivar olivos mejora la autoestima de las familias y les permite acceder a organizaciones de gestiones como microempresas que generan procesos culturales de superación personal.
La posibilidad de producir alimentos, especialmente aceite de alta calidad, reviste importancia en zonas pobladas. Su factibilidad está limitada por la industria utilizando la mayor parte de los suelos cercanos a los centros urbanos. La reducción del espacio de suelo cultivable, la menor disponibilidad de agua saneada para el riego y el aumento de las exigencias del mercado en calidad y sanidad de los aceites vegetales, especialmente las de consumo en humano, han hecho que las técnicas de cultivo sean potencialmente atrayentes.